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El Gobierno saca adelante el plan de ahorro energético con el apoyo de sus socios de investidura


El cierre del Nord Stream 1 y la escasez de renovables llevan la electricidad a precios de récord en toda Europa. El tope al gas deja el precio de la electricidad 30% por debajo de la media de las grandes economías del euro.



Los elevadísimos precios del gas -prácticamente sin precedentes en una Europa que lucha por abastecerse antes de que llegue el frío- están encareciendo drásticamente la factura de la luz en todo el Viejo Continente. Tanto es así que el precio de la electricidad mayorista en España, que al final es el que condiciona lo que pagan los consumidores cuando llega la factura, es ya un 41% más elevado que cuando empezó a funcionar el mecanismo ibérico del tope al gas. Sin embargo, la medida que España y Portugal pactaron con Bruselas ha logrado frenar los precios un 16,8% de media desde que entró en vigor.


Este viernes, la luz se paga en España a 318,3 euros el megavatio hora en el mercado mayorista (incluyendo la compensación a las gasistas), un precio 93 euros mayor al que se registraba el 15 de junio, cuando empezó a funcionar el mecanismo. De hecho, esta semana la electricidad ha llegado a alcanzar los 436 €/Mwh, el cuarto precio más elevado de la historia.


Las razones de esta nueva escalada son las mismas que explican los precios sin precedentes que sufren los países vecinos. Europa sufre una tormenta perfecta que está agravando aún más la crisis energética que padece desde hace ya más de un año.


El corte supuestamente temporal en el suministro del gaseoducto Nord Stream 1, que una Rusia y Alemania, ha disparado los precios del gas en toda Europa a máximos históricos, arrastrando consigo a la electricidad. Además, la sequía y la falta de viento están frenando la generación renovable (más barata) y obligan a consumir más gas para atender la demanda, lo que al final eleva los precios cuando llega la factura a casa.


Y es que la producción de renovables se ha frenado en los últimos días por la climatología adversa, a la vez que ha aumentado la demanda. La falta de viento, la sequía y el calor están dificultando el abastecimiento. En concreto, la generación renovable ha caído un 10% en comparación con la semana previa y la demanda total ha aumentado un 6,2%. Para compensar este déficit, la producción en centrales de ciclo combinado (que emplean gas para generar electricidad) se ha disparado un 64%. Todo ello en un momento en el que el precio del gas bate récord tras récord en Europa.


Sin embargo, la excepción ibérica ha permitido a ambos países amortiguar el golpe en comparación con sus vecinos europeos. Desde que el tope al gas para producir electricidad entró en vigor, los precios de la luz mayorista en España han sido, de media, un 30% más bajos en comparación con las tres grandes economías del euro: Alemania, Francia e Italia. Todo ello, incluyendo la compensación que los consumidores deben pagar a las centrales de ciclo combinado.


Este jueves, la electricidad mayorista se pagaba a 706,3 euros el megavatio hora en Francia, a 699,4 en Alemania y a 718,7 en Italia, mientras que en España ascendía a 382,1 (incluida la compensación a las gasistas). Si se comparan los precios de estos países con España, la diferencia es del 122%, el 120% y el 126% respectivamente.

Además, en caso de que no se hubiera aplicado la excepción ibérica, la luz se habría pagado de media un 16,8% más cara en los algo más de dos meses que el sistema lleva en marcha en España. Desde su entrada en vigor a mediados de junio, el tope al gas ha ido ganando eficacia. Así, la primera semana de funcionamiento apenas supuso una rebaja del 9,6%. Un porcentaje que ha ido creciendo hasta el 14% de ahorro en junio, el 16% en julio y el 19,5% en lo que llevamos de agosto.


Sin embargo, la eficacia del sistema ha perdido algo de eficacia en los últimos días por el aumento del consumo de gas para suplir el bajón de las renovables. Cuando hay que aumentar la generación con gas para cubrir la demanda, también crecen las compensaciones que los consumidores deben pagar a las gasistas por la excepción ibérica, lo que provoca que el efecto del tope al gas se note menos.


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